miércoles, 23 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD


EL HOMBRE NUNCA VA DIRECTAMENTE A LA GRANDEZA

Y ¿para qué? Me preguntó.
Yo no supe qué contestar.
¿Para qué, qué? Dije,
y como en una espiral de sueños
se deshizo en palabras, palabras
de terciopelo, palabras ocres,
vituperantes palabras
que sangraban hasta morir.

Toda la habitación se llenó
de pedacitos de aquella conversación;
sílabas, letras y algún hiato,
tapizaron indiscriminadamente
todo el suelo.
Casi no podíamos movernos,
la frases arrinconaban nuestros cuerpos entre sí
y se entrelazaban, sensualmente,
como si el mundo fuera a terminarse
en ese preciso instante.

Como venido de las profundidades
de una cueva olvidada, hubo silencio.
Las paredes recobraron su forma
y las tonalidades de la piel se acercaron más
al austero despertar que al contoneo nocturno.
Pudo ser un sueño, me decían sus ojos,
o quizá una fantasía, pudo ser la historia
o quizá la ausencia de vida, pudo ser el hombre.
Sí, contesté: El hombre nunca va
directamente a la grandeza.

Magdalena Salamanca

miércoles, 9 de diciembre de 2009